
Los demonios que desmebran a San antonio, o los que asan en una parrilla a San lorenzo, son idénticos aunque diferentes, por que son los propios demonios de cada uno de nosotros.
Aquellos a los que nos enfrentamos todos los días, o a los que ni siquiera nos enfrentamos, o no sabemos que están ahí.


La pérdida de un ser querido, una ruptura dolorosa, o el desenmascaramiento de una arraigada falsa identidad, podrían hacer que nos desmoronásemos como un castillo de naipes.
Este "shock" o colapso, generarán indefectiblemente una serie de acciones y reacciones en cadena.
De pronto cambia un paradigma, y con el, un aspecto de nuestra psichée ligado a el, este cambio actúa en 4 niveles, mental, emocional, físico e incluso espiritual.
Este cambio-muerte, sino va acompañado de dolor y de duelo, no se instalará en nuestro ser de la manera que podamos dar por zanjado un aspecto que convivía con nuestro ego de manera simbiótica.
Dado el dolor producido, por tanto, podemos decir que cuando hay una transformación profunda a nivel de metamorfosis, le ganamos una partida mas a nuestro ego, el cual desfragamentamos cada vez que tenemos una experiencia de esta magnitud.

Resucitar, es volver a la vida..Con cada muerte iniciática podremos resucitar de nuevo, renovados y un poco mas purificados y glorificados..como los "santos" con sus mandorlas luminosas...los huevos aúricos numinosos que adornan sus cabezas símbolos inequívocos de una mayor toma de conciencia..
Felices muertes iniciáticas....