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viernes, 4 de octubre de 2013

TESEO, SU BARCO Y EL MINOTAURO

La paradoja de Teseo, entre otras de sus interesantes y ejemplarizantes lecciones de vida, nos muestra un arquetipo de transformación y renovación, representadas por dos de sus múltiples historias repletas de simbología y fuerza arquetípica.

EL BARCO DE TESEO.......

Cuenta la leyenda que debido a la cantidad de leguas marinas, así como a las incontables batallas, historias y peripecias de este "Héroe fundador", así reconocido por su propia historiografía, su barco tuvo que ser renovado paso a paso y pieza a pieza, así desde un primer remo de los 30 con los que contaba su navío, hasta todas y cada una de las tablillas del mismo, además de mástiles, cuerdas, y demás piezas.

La paradoja, o pregunta sería la siguiente:

Es el mismo barco el transformado?......en que punto de los cambios, el barco deja de ser el mismo, si es que es otro?
Que produce la necesidad de los cambios...?

Esta paradoja de transformación, nos hace reflexionar sobre nuestros propios cambios internos que generan transmutación, renovación, integración, para en definitiva, seguir navegando, resistiendo las inclemencias y los avatares de nuestra vida, aunque con maderos nuevos fortaleciendo a cada cambio la estructura que nos empuja para seguir hacia adelante, puesto que de no hacerlo así, el rozamiento, la salinidad y la fuerza de las olas, pueden hacernos zozobrar en nuestro particular océano iniciático

TESEO Y EL MINOTAURO

Minos, rey de Creta mando diseñar a Dédalo un laberinto para confinar al Minotauro, descendiente de la cópula de un toro con la esposa de éste, a raíz de la furia de Poseidon, al sentirse engañado por sacrificar a un vulgar toro en su honor en lugar del toro blanco que Minos le había prometido.
Cada año se sacrificaban a esta bestia mitad hombre mitad animal 7 varones y 7 hembras vírgenes para saciar el apetito irrefrenable de las pasiones de la bestia.
Teseo se ofreció a terminar con esta "devoración" presentándose al rey Minos como sacrificador de la bestia.
Descendió al laberinto ayudado por el ovillo de lana de Ariadna, el cual fue desplegando para poder regresar. Tras el encuentro con el Minotauro le dá muerte, y regresa siguiendo la pista del ovillo, saliendo victorioso de la prueba.
Venciendo a sus miedos y fantasmas del subconsciente, simbolizados por el hombre-toro, así como completando un proceso de individuación reencontrándose con su femenino, el cual le asiste en la proeza.
Su salida del laberinto implica además la salida de un útero como hombre nuevo, retorno del héroe, tomando consciencia de una nueva visión de si mismo y del mundo que le rodea, integradas sus polaridades.




En ambos casos vemos que reinventarse a cada instante, precisa de inquietudes, fuerza de corazón, claridad de mente y enormes dosis de pasión para conseguir lo que nos proponemos







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